El Poder de tus Pensamientos
- Abraham Castillo
- 25 nov 2015
- 8 Min. de lectura

“El aforismo ‘como un hombre piensa en su corazón, así es él’, no sólo abarca a todo ser humano, sino que es tan grande su extensión que abarca cada condición y circunstancia de su vida. Un hombre es literalmente lo que piensa y su carácter es la suma total de sus pensamientos”.
James Allen
Así como la planta brota y no podría hacerlo sin la semilla, de la misma manera cada acto mío brota de las semillas ocultas de mis pensamientos y no podría haber aparecido sin ellas. Esto se aplica también tanto a aquellos llamados “espontáneos” y “sin premeditación” como aquellos que ejecutan deliberadamente.
Yo mismo me hago o deshago, en la armería del pensamiento fabrico las armas con las que me destruyo a mí mismo; también confecciono las herramientas con las que puedo construir para mí mansiones celestiales de alegría, fortaleza y paz. Mediante la elección adecuada y la aplicación correcta del pensamiento puedo ascender hasta la perfección divina; mediante el abuso y la aplicación incorrecta del pensamiento desciendo más abajo del nivel de la bestia. Entre estos dos extremos están todos los grados del carácter y yo soy su fabricante y dueño.
Entre todas las hermosas verdades pertenecientes al alma que han sido restauradas y traídas a la luz en esta época, ninguna es más regocijante y fructífera de promesa divina y confianza que ésta: soy el dueño del pensamiento, el moldeador del carácter, el fabricante y formador de mi condición, mi ambiente y mi destino.
Como un ser de poder, inteligencia, amor y creador de mis propios pensamientos, tengo la llave para cada situación y poseo en mi interior ese medio transformante y regenerativo con el cual puedo hacer conmigo mismo lo que deseo.
Siempre soy el amo, incluso en mi estado más débil y abandonado; sin embargo, en mi debilidad y degradación soy el amo tonto que gobierna mal mi “casa”. Cuando empiezo a reflexionar sobre mi condición y a buscar diligentemente la Ley de acuerdo con la cual se estableció mi ser, me vuelvo sabio y empiezo a dirigir mis energías con inteligencia y a encauzar mis pensamientos hacia asuntos fructíferos.
El oro y los diamantes sólo se obtienen después de buscar y cavar mucho y puedo descubrir cada verdad vinculada con mi ser si cavo profundo en la mina de mi alma.
Las circunstancias únicamente me golpearán mientras crea que soy una criatura de condiciones externas. Cuando comprenda que soy un poder creativo y que puedo gobernar la tierra y las semillas ocultas en mi ser, fuera de las circunstancias que se presenten, me convertiré en el dueño legítimo de mí mismo.
Cada semilla-pensamiento que siembro o permito que caiga en mi mente y eche raíces allí, producirá sus propias semillas, que tarde o temprano florecerán en acción y producirán su propia cosecha de oportunidad y circunstancia.
El mundo exterior de las circunstancias se moldea así mismo de acuerdo con el mundo interior del pensamiento y las condiciones externas, tanto agradables como desagradables, son factores que contribuyen al bien máximo del individuo. Como segador de mi propia cosecha, aprendo mediante el sufrimiento y la dicha.
No atraigo lo que deseo, sino lo que soy. Mis caprichos, gustos y ambiciones se frustran a cada paso, pero mis pensamientos y deseos más íntimos se alimentan con su propia comida, ya sea sucia o limpia. La “divinidad que moldea nuestros fines” está en mí mismo, ¡es mi propio yo!
Los buenos pensamientos y acciones nunca pueden producir malos resultados; los malos pensamientos y acciones nunca pueden producir buenos resultados. Esto es como decir que nada puede proceder del maíz sino el maíz. Todos comprendemos esta ley en el mundo natural y trabajamos con ella, pero pocos la entendemos en el mundo mental y moral (a pesar de que allí opera también simple y fielmente) y por lo tanto no cooperamos con ella.
El sufrimiento es siempre el efecto de los malos pensamientos en alguna dirección. Es indicación de que estoy en desarmonía conmigo mismo. El único uso supremo del sufrimiento es para purificar, para quemar todo lo que es inservible e impuro.
Cuando empiezo a cambiar mis pensamientos hacia cosas y otras personas, las cosas y las otras personas cambian hacia mí. La prueba de esta verdad está en cada persona y por lo tanto admite la investigación fácil mediante la introspección sistemática y el autoanálisis. Cuando altero radicalmente mis pensamientos me sorprenderé ante la rápida transformación que esto producirá en las condiciones materiales de mi vida. El pensamiento no puede mantenerse en secreto. Se cristaliza rápidamente en un hábito y el hábito se solidifica en circunstancias. Los pensamientos de temor, duda e indecisión se solidifican en fracaso y dependencia servil, mientras que los pensamientos de valor y de confianza en sí mismo se cristalizan en éxito y abundancia.
Si dejo de pensar negativamente, todo el mundo se suavizará hacia mí y estará preparado para ayudarme. Si alejo mis pensamientos débiles y enfermizos, brotarán las oportunidades en cada mano para ayudarme en mis resoluciones enérgicas. Si aliento los buenos pensamientos, ningún destino severo me conducirá hacia la desdicha y la miseria. El mundo es mi caleidoscopio, las diferentes combinaciones de colores que me presenta a cada momento, son las imágenes exquisitamente ajustadas de mis pensamientos siempre en movimiento.
La enfermedad y la salud, como las circunstancias, están enraizadas en el pensamiento. Los pensamientos enfermizos se expresan a través de un cuerpo enfermo. Se sabe que los pensamientos de temor matan a un hombre tan rápidamente como una bala y continuamente están matando a miles de personas con la misma certeza, aunque con menos rapidez. Aquellos que viven temiendo a la enfermedad se enferman. La ansiedad desmoraliza rápidamente a todo el cuerpo y lo deja abierto para que entre la enfermedad mientras que los pensamientos impuros, incluso si no se consienten físicamente, pronto destruirán el sistema nervioso.
El pensamiento es la fuente de acción, la vida, y la manifestación. Si hago que la fuente sea pura, yo seré puro. Si deseo perfeccionar mi cuerpo, debo vigilar mi mente. Si deseo renovar mi cuerpo, debe embellecer mi mente. Una expresión avinagrada no se formó al azar, sino que fue producida por pensamientos amargos. Las arrugas que estropean son causadas por la insensatez, la pasión y el orgullo.
Así como no puedo tener una morada dulce y salubre, a no ser que deje entrar libremente el aire y la luz del sol en las habitaciones, de la misma manera un cuerpo fuerte y un semblante brillante, feliz o sereno sólo pueden ser el resultado de admitir en mi mente pensamientos de alegría, buena voluntad y serenidad.
No hay médico igual al pensamiento jovial para disipar las enfermedades del cuerpo. Pensar bien de todo, aprender pacientemente a encontrar el bien en todo, son los pensamientos no egoístas que representan la puerta del cielo, y tener todos los días pensamientos de paz en relación con todas las criaturas proporcionará una paz abundante a quien los posea.
Mientras el pensamiento no esté vinculado con el propósito, no habrá un logro inteligente. La mayoría de las personas permiten que la barca del pensamiento sea “arrastrada” por el océano de la vida. La falta de rumbo es un vicio y no debe permitirme ir a la deriva si deseo evitar la catástrofe y la destrucción.
Si no tengo un propósito central en mi vida puedo ser presa fácil de preocupaciones triviales, temores, dificultades y de la compasión por mí mismo; todo esto indica debilidad que conduce al fracaso, la infelicidad y la pérdida.
Incluso si fracaso una y otra vez en lograr mi propósito (como sucederá hasta que venza la debilidad), la fortaleza de carácter que obtendré será la medida de mi verdadero éxito y esto formará un nuevo punto de partida para el poder futuro y el triunfo.
Aquellos que no están preparados para el logro de un gran propósito deben concentrar sus pensamientos en el desempeño perfecto de su obligación, sin importar lo insignificante que pueda parecer su tarea. Sólo de esta manera podrán reunir y enfocar sus pensamientos, y la resolución y la energía se desarrollarán, con lo cual no hay nada que no pueda lograrse.
Apartar la falta de propósito y la debilidad, y empezar a pensar con propósito, es entrar en las filas de aquellas personas fuertes que sólo reconocen el fracaso como uno de los caminos hacia la realización; quienes hacen que todas las condiciones les sirvan, y quienes piensan con fortaleza, intentan sin temor y logran diestramente.
Al fijarme objetivos, marco mentalmente un camino recto hacia el logro, sin mirar a la derecha ni a la izquierda. Las dudas y los temores se excluirán vigorosamente; son elementos desintegrantes que rompen la línea recta del esfuerzo y la hacen sinuosa, inefectiva e inútil. Los pensamientos de duda y de temor nunca logran nada y nunca podrán lograrlo. Siempre conducen hacia el fracaso.
Cuando haya conquistado la duda y el temor habré conquistado el fracaso. Todos mis pensamientos están vinculados con el poder y todas las dificultades se enfrentarán con valor y se vencerán sabiamente.
Todo lo que logre y lo que no logre es el resultado directo de mis propios pensamientos. Mi debilidad y fortaleza, mi pureza e impureza, son mías y de nadie más, y sólo yo podré alterarlas, nunca las alterará otra persona. Como pienso, así soy; como continúe pensando, así permaneceré.
Una persona fuerte no puede ayudar a una más débil a no ser que la persona más débil desee que la ayuden. A través de mi propio esfuerzo debo desarrollar la fortaleza en otros. Sólo yo puedo cambiar mi condición. Sólo puedo elevarme, conquistar y lograr, si elevo mis pensamientos.
No hay progreso ni logro sin sacrificio y mi éxito mundano dependerá de qué tanto fije mi mente en el desarrollo de mis planes, así como en fortalecer mi resolución y la confianza en mí mismo. Mientras más ennoblezca mis pensamientos, mayor será mi éxito y más afortunados y constantes serán mis logros.
Las victorias obtenidas mediante el pensamiento correcto sólo pueden mantenerse a través de la vigilancia. Muchos ceden cuando el éxito es seguro y con rapidez retroceden hacia el fracaso. Para lograr poco sólo necesito sacrificar poco; para lograr mucho debo sacrificar mucho; para alcanzar grandes alturas, debo sacrificar muchas cosas.
Abrigaré mis visones, alimentaré mis ideales, nutriré la música que suena en mi corazón, la belleza que se forma en mi mente, porque de ellos brotarán todas las condiciones placenteras y con esto, si permanezco fiel a ellos, será construido finalmente mi mundo.
Mis circunstancias actuales pueden parecer difíciles y sin esperanza, pero no permanecerán así por mucho tiempo si percibo un Ideal y me esfuerzo por alcanzarlo. No puedo viajar hacia el interior y permanecer quieto por fuera. Ahora comprendo que realizaré la visión de mi corazón, ya sea ruin o hermosa o una mezcla de ambas, porque siempre gravitaré hacia eso que secretamente amo más. En mis manos serán colocados los resultados exactos de mis propios pensamientos; recibiré lo que haya ganado, ni más ni menos. Sin importar cuál sea mi ambiente actual, caeré, permaneceré o me elevaré con mis pensamientos, mi Visión, mi Ideal. Seré tan pequeño como mi deseo controlado; tan grande como mi aspiración dominante.
El negligente, el ignorante y el indolente, al ver únicamente los efectos aparentes de las cosas y no las cosas en sí, hablan de suerte, fortuna y azar. Al ver que un hombre enriquece, dicen: “¡Qué suerte tiene!” Si observan que otra persona se convierte en intelectual, exclaman: “¡Es muy favorecida!” Al notar el carácter santo y la gran influencia de otra, comentan: “¡Cómo lo ayuda el azar en cada momento!” No ven las tentativas, los fracasos y las luchas que esas personas han enfrentado voluntariamente para obtener su experiencia. No tienen conocimiento de los sacrificios que hicieron para tener experiencia, ni de los esfuerzos que realizaron para vencer lo insuperable.
En todos los asuntos humanos hay Esfuerzos y hay Resultados y la fuerza del esfuerzo es la medida del resultado, no el azar. Los “regalos”, los poderes, lo material, las posesiones intelectuales y espirituales son los frutos del esfuerzo. Son pensamientos terminados, objetivos logrados, visiones realizadas.
Con la visión que glorifica es su mente y el ideal que alberga en su corazón, edificará su vida, y en eso se convertirá.
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