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¡Detente y piensa! Es tiempo de… ACABAR CON EL MOVIMIENTO RUTINARIO

  • W. Clement Stone
  • 4 may 2016
  • 3 Min. de lectura

Hace siglos, en China, hubo una gran sequía. Entonces el arroz, como ahora, era el alimento principal de los chinos. También era un producto de intercambio. Los campos de arroz estaban muriendo de sed. Sin lluvia para regarlos habría hambruna, enfermedad e incluso muerte entre la población.

Un joven granjero, cuyo nombre por el tiempo ha quedado en el olvido, estaba sentado en la orilla de un río. Este padre de tres niños –todos hermosos de ojos cafés-. Él y su mujer compartían todo lo que tenían, incluyendo el trabajo en el campo. Acababa de regresar del santuario de la aldea, en donde había rezado durante horas, para que lloviera.

Mientras estaba sentado a la orilla observando el agua del río serpeante, las historias que le contaba su abuelo lo seguían perturbando, historias de la gran sequía en otra generación. Cientos de miles de personas murieron debido a la consecuente hambruna. Este joven hombre quería que su esposa e hijos vivieran. Él también quería vivir.

¿Qué podía hacer? Con el estallido de la inspiración que proviene de un deseo ardiente (o quizá la respuesta a sus oraciones), tuvo una visión.

Este joven chino tenía un molino al que movía un buey. Cuando el animal caminaba, se veía forzado a hacerlo en círculos mientras la parte exterior de la rueda giraba. El granjero imaginó dos grandes ruedas sostenidas por un eje en una posición horizontal. Había tablas firmemente sujetas como travesaños entre estas dos ruedas. Una serie de cubetas colgaban de la parte exterior de una rueda. Estas cubetas podían recoger agua del río mientras el molino, al girar, surgía de su punto inferior. Las cubetas derramaban el líquido en un abrevadero que distribuía el agua al campo de arroz mientras la rueda giraba en forma descendente hacia su posición más alta.

Fue incapaz de visualizar a su buey moviendo el artilugio. “Haré el trabajo de un buey para salvar a mi familia”, pensó. ¡Después se puso en acción!

Reunió a un grupo de granjeros que enfrentaban el mismo problema y les explicó su plan. Juntos hicieron molinos que llevaban el agua del río a los campos de arroz. Desde ese tiempo no ha habido una hambruna por falta de lluvia.

Hace siglos el molino fue una invención que trajo gran beneficio. Pero, ¿qué sucede en la actualidad? Hombres y mujeres en muchas partes del mundo todavía hacen un trabajo rutinario parecido al que inventó un joven granjero chino y que benefició a su gente. Hora tras hora, día tras día y paso por paso, ellos giran.

Para el viajero, esta visión es interesante, extraña y pintoresca. Sin embargo, en esta era moderna de las grandes máquinas ese trabajo, duro, interminable y cansado, parece innecesario.

Quizá tú estás en un molino, no en uno que eleva el agua de un río y la deposita en campos de arroz, pero sí uno igual de agotador y de innecesario, y mucho más frustrante. Le puedes decir a la esposa del granjero chino: “¡Bájate del molino!”. Sin embargo, en su sabiduría, la esposa del granjero chino bien podría responder: ¿Por qué no te bajas tú de tu molino?

Quizá tú y el granjero chino encontrarían igual de difícil o igual de fácil. ¿Por qué? Hay que detenerse y pensar. Tal vez necesites desarrollar una motivación personal. Quizá necesites un deseo ardiente. Con todo eso, podrías encontrar el camino.

Justo como el joven granjero chino, cuyo nombre fue olvidado hace ya mucho tiempo, tú también… ¡puedes acabar con el movimiento rutinario!


 
 
 

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