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Las cinco claves de la riqueza y el éxito

  • Anthony Robbins
  • 25 mar 2016
  • 11 Min. de lectura

El hombre no es hijo de las circunstancias: las circunstancias son hijas del hombre.

Benjamin Disraeli


Tiene usted en sus manos los recursos para asumir totalmente la dirección o el gobierno de su vida. Tiene la capacidad de formar las representaciones internas y de producir los estados que conducen al éxito y al poder. Existen ciertas experiencias que una y otra vez lanzan a las personas a estados de desvalimiento; son como despeñaderos en el camino o rompientes la costa, donde muchos se estrellan. Otras experiencias son como trabas que no permiten desarrollar la plenitud de las posibilidades. Aquí recibirás un mapa que mostrara la situación de los peligros, y lo que se necesita para superarlos.

Para desarrollar todas las facultades que usted tiene, para llegar a todo lo que desea, necesita comprender las cinco claves de la riqueza y el éxito. Todo triunfador ha tenido que hacerlo, tarde o temprano. Si usted lo hace y sabe usarlas en cualquier oportunidad, su vida será un triunfo imparable.

La vida pagará cualquier precio que tú pidas. Pide un centavo, y sacarás eso y nada más. Pide alegrías y éxitos sonados, y eso obtendrás también. Cuando uno aprende a dirigir sus estados y a dominar su comportamiento, puede conseguir cuanto se proponga. Sepa lo que quiere pedirle a la vida, y tenga la seguridad de obtenerlo.


La palabra que tú digas, esa será la que oirás.

Proverbio griego


Las cinco claves o lemas le van a servir como indicadores en la carretera del éxito. No hay nada profundo ni abstruso en ellos. Pero son absolutamente cruciales. Si llega a dominarlos, las posibilidades de usted no conocerán límites. Pero si no los usa, usted mismo se habrá marcado límites en cuanto a lo que pueda alcanzar. La decisión y una mentalidad positiva sirven para empezar, pero no representan la solución completa. En ausencia de disciplina, la decisión es el comienzo del desengaño. La decisión acompañada de disciplina obra milagros.


He aquí la primera clave para alcanzar el éxito y la felicidad: Usted debe aprender a superar la frustración. Si quiere llegar a ser lo que podría ser, hacer todo lo factible, oír todo lo escuchable y ver todo lo que merece verse, debe aprender a superar la frustración, que es capaz de romper los sueños, de convertir una actitud positiva en negativa y un estado de poder un estado de desvalimiento. Como sucede demasiadas veces. Y lo peor de la actitud negativa es que destruye la autodisciplina. Y perdida la autodisciplina, perdidos los resultados que uno deseaba.

La recompensa de superar la frustración es enorme. El que se arruina probablemente no ha sido capaz de soportar mucha frustración. Uno dice: «Muy bien, estoy en quiebra y por eso me siento frustrado». Lo que pasa es que lo ha entendido al revés. Si hubiese encajado mejor la frustración sería rico. Una de las principales diferencias entre los financieramente solventes y quienes no lo son es la capacidad de encajar frustraciones. Popularmente se dice: «La gente rica no sabe lo que es pasar por apuros». La realidad es que quien emprende algo pasa más apuros que nadie; solo es cuestión de saber enfrentarse a ellos, idear nuevas estrategias, ingeniar nuevas alternativas. No olvide que ser rico no es solo cuestión de tener dinero. Cualquier relación extraordinaria acarrea problemas y desafíos. El que no quiera tener problemas debería evitar cualquier género de relaciones. Hay grandes frustraciones en el camino de todo éxito…, en los negocios, en las relaciones y en la vida.

El mayor don que nos proporcionan las Técnicas del Rendimiento Óptimo es que nos enseñan cómo enfrentarnos eficazmente a la frustración. Usted puede asimilar lo que normalmente le frustra y reprogramarlo para que le estimule. La PNL (Programación Neuro-Lingüística) es mucho más que un recurso para mentalizarse positivamente. El problema de la mentalización positiva es que hay que detenerse a pensar (mientras tanto, quizá sea ya demasiado tarde para hacer lo necesario). La PNL ofrece un medio para convertir el estrés en oportunidades.

He aquí una fórmula para vencer el estrés en dos etapas. Número uno: no se deje abrumar por pequeñeces. Número dos: no olvide que en realidad, todo es una pequeñez.

Todos los triunfadores han llegado a saber que el éxito oculto al otro lado de la frustración. Por desgracia, muchos no logran saltar al otro lado. Quienes no consiguen alcanzar sus metas generalmente se han dejado vencer por la frustración, han permitido que ésta les disuadiera de emprender las acciones necesarias que les hubiesen servido para avanzar a la consecución de sus deseos. Para pasar esa barrera hay que combatir la frustración, hay que tomarse cada revés como una «realimentación» de informaciones que sirve para aprender, y hay que seguir empujando. Seguramente hay muy pocos triunfadores que no hayan pasado por todo esto.


La segunda clave: Usted debe aprender a superar el rechazo. ¿Habrá algo en el humano que duela más que la simple palabra «no»? Para el que conozca el mundo de la venta, ¿cuál es la diferencia entre ganar $100,000 y ganar $25,000? La principal, aprender a encajar el rechazo, de modo que el temor al mismo no sea un obstáculo para la acción. Los mejores vendedores son los que escuchan más negativas. Son los que saben tomar un «no» y servirse de él como palanca para pasar al «sí».

El desafío más grande para todo aquel que se haya formado en nuestra cultura es la dificultad de superar un «no». ¿Qué haría si supiera que no podría fracasar? Si tuviese la seguridad de no fracasar, ¿influiría ello en su comportamiento? ¿No le permitiría hacer exactamente lo que desea? Así pues, ¿qué se lo impide? Esa palabra de dos letras, el «no». Para triunfar, usted debe aprender a encajar el rechazo sabiendo cómo despojarlo de todo su poder.

¿Cuántos «noes» aguataría usted? ¿Cuántas veces habrá deseado acercarse a alguna persona interesante y dirigirle la palabra, dejando de hacerlo para no tener que escuchar un posible «no»? ¿Cuántas veces habrá decidido no presentarse a una oferta de empleo, o no visitar a un cliente, o no pasar una prueba, porque tuvo miedo a una negativa? Dese cuenta ahora de lo absurdo que es eso. Dese cuenta que se pone cortapisas a usted sí mismo por temor a una palabra de dos letras. Y eso que la palabra en sí no tiene ningún poder: ni corta, ni le priva de ninguna de sus fuerzas. Todo su poder procede de la manera que se la representa a usted mismo, de los límites que usted se impone ante ella. ¿Y cuál es la consecuencia de unos pensamientos limitados? Pues una vida limitada.

Además, sin rechazo no hay triunfo auténtico. Cuantas más negativas reciba usted, más habrá aprendido y más cerca se encontrará de su desenlace. La próxima vez que alguien le rechace, dele un abrazo; a lo mejor, con eso cambia su fisiología. Convierta los «noes» en abrazos. Si llega a superar el rechazo conseguirá cuanto se proponga.


Ésta es la tercera clave de la riqueza y la felicidad: Usted debe aprender a superar la presión financiera. La presión financiera sólo la desconoce aquel que no tiene finanzas de ninguna clase. Hay muchos tipos de presión financiera, y han hundido a muchas personas. Pueden propiciar la codicia, la envidia, el engaño o la paranoia; pueden embotarle su sensibilidad o privarle de amigos. Pero fíjese que se ha dicho pueden, no que vaya a ser así necesariamente. Superar la presión financiera quiere decir saber tomar, y saber dar, saber ganar y saber ahorrar.

Recuerde que todas las acciones de la vida están guiadas por nuestra filosofía, por las representaciones internas que nos dictan cómo actuar. Para un modelo magnífico de cómo superar la presión financiera consulte la obra El hombre más rico de Babilonia, de George S. Clarson. Es un libro que puede hacerlo rico, feliz y totalmente dispuesto a triunfar. Algo a resaltar de sus enseñanzas es la que dice que debemos regalar el 10 por ciento de todo cuanto ganamos. Es verdad ¿por qué? En primer lugar, porque cuando uno ha sacado algo siempre se ve obligado a devolver algo. Otro motivo es que se crean valores para uno mismo y para los demás. Y lo más importante: decirle al mundo y a su propio inconsciente que tiene usted más de lo que necesita. Esa es una creencia muy poderosa, y vale la pena fomentarla. Si a usted le sobre, quiere decir que tiene lo necesario y que otros pueden conseguirlo también, y ésa es una creencia que tiende a realizarse por sí misma.

Lo que uno da es como una semilla que siembra. Debe invertirlo, no comérselo, y la mejor manera de invertirlo es regalarlo a fin de que produzca valores para los demás. ¿Cómo? Es fácil averiguarlo. Hay mucha necesidad a nuestro alrededor. Entre lo más valioso de esa línea de conducta figura el concepto que nos ofrece acerca de nosotros mismos. Si es usted de las personas a quienes les gusta averiguar lo que necesita el prójimo y desean hacer algo, es le da una opinión distinta de sí mismo. Y partiendo de tales sentimientos o estados, se vive en actitud de permanente gratitud.

Tras haber regalado un 10 por ciento de sus ingresos, dedique otro 10 por ciento a pagar sus deudas y un tercer 10 por ciento al ahorro, con el fin de acumular un capital para futuras inversiones. Debe arreglárselas para vivir con el 70 por ciento restante. Vivimos en una sociedad capitalista, donde la mayoría de las personas no son capitalistas. Por tanto, no disfrutan del nivel de vida que desean. ¿Para qué vivir en una sociedad capitalista, repleta de oportunidades, si no aprovechamos ese sistema? Aprenda a guardar su dinero y a utilizarlo como capital. No acumulará nada si lo gasta todo; jamás dispondrá de los recursos que necesita.

La conclusión es que con el dinero ocurre lo mismo que con todo lo demás. Puede hacerlo trabajar a favor o en contra de usted. Debe ser capaz de manejar el dinero como cualquier otro elemento de su mente, con la misma idoneidad en cuanto a los fines y la misma elegancia. Aprenda a ganar, a ahorrar y a dar. Si lo consigue dominará la presión financiera, y el dinero no será nunca más un estímulo que le ponga en un estado negativo, haciéndole caer en la infelicidad o tratar con los demás en condiciones de inferioridad muy alejadas de la plenitud de recursos.

Una vez domine esas tres primeras claves empezará a percibir su vida como un gran triunfo. Si domina la frustración, el rechazo y la presión financiera, no habrá nada que no pueda emprender.


Usted también puede llegar a donde quiera. Y aquí es donde se aplica la clave número cuatro: Usted debe aprender a superar la vanidad. Alguna vez habrás observado que muchas celebridades o deportistas, después de alcanzar cierto nivel de éxito, se quedan atascados, sin progresar más en su carrera. Es porque caen en la autocomplacencia, y entonces pierden lo que les permitió encumbrarse desde el primer momento.


Al que ha conseguido mucho, todavía le falta conseguir todo el futuro que queda por delante.

LAO-TSE, Tao Te King


La vanidad es una de las pasiones más desastrosas. ¿Qué le ocurre al individuo que se apoltrona? Deja de progresar, deja de trabajar, deja de crear valor añadido. Usted no deseará apoltronarse, y si está ya demasiado satisfecho de sí mismo, es probable que haya dejado de progresar. Como ha dicho Bob Dylan, «el que no está ocupado en nacer está ocupado en morir». El que no sube, baja. Una vez le pidieron a Ray Kroc, el fundador de la cadena McDonal’s, un consejo que fuese garantía de una larga vida de éxito, y su contestación fue ésta: «El que está verde, crece; el que está maduro, empieza a pudrirse». Mientras uno se mantiene verde, está creciendo, es decir que puede asumir cualquier experiencia y convertirla en una oportunidad para progresar; lo contrario sería tomarlo como una invitación a la decadencia. Uno puede considerar la jubilación como el comienzo de una vida más rica, o como el final de una vida de trabajo. En cuanto al éxito, cabe considerarlo como un trampolín hacia metas más elevadas o como una plataforma donde descansar. Pero si se tumba a descansar en ella, lo más seguro es que no podrá quedarse allí mucho tiempo.

Aprenda a juzgarse a sí mismo en relación con sus propias metas, no por lo que aparenten sus vecinos. ¿Por qué? Pues porque nunca dejará de encontrar ejemplos que le hagan sentirse justificado.

¿No lo hacía usted cuando era niño? Quizá decía: «Fulanito ha hecho tal cosa, ¿por qué no puedo hacerlo yo?». A lo que su madre seguramente contestaba: «Lo que haga Fulanito no me importa». Y tenía razón. No se preocupe de lo que haga Fulano o Mengano; ocúpese de lo que sea capaz de hacer usted, de lo que consiga crear o alcanzar. Trabaje de acuerdo con un conjunto de metas dinámicas, activas, estimulantes, que le ayuden a hacer lo que desea y no lo que han hecho otros. Siempre habrá alguien que tengas más cosas que usted y alguien que tenga menos. Nada de esto tiene importancia. Debe juzgarse con arreglo a su propia medida y nada más.


Las cosas pequeñas afectan a las mentes pequeñas.

Benjamin Diraeli


Un sabio caudillo indio, Trueno Rodante, solía decir: «Hablar solo por una buena razón». Recuerde que siempre se recoge lo que se ha sembrado. Así pues, hay que tomar distancia de las mezquindades de la vida. No se ocupe de pequeñeces. Si prefiere ser vanidoso y mediocre, dedíquese a murmurar sobre quién se acuesta con quién; pero si quiere ser diferente, desafíese a sí mismo, póngase a prueba y convierta su vida en algo especial.


Y he aquí la última clave: Dé siempre más de lo que espera recibir. Ésta es quizá la más importante, porque garantiza virtualmente la felicidad.


El arte de vivir consiste en dar.

Tony Robbins


Si quiere que su vida funcione, empiece a pensar en cómo dar. Muchos no piensan más que en recibir. No hay ningún problema; eso de recibir es como el océano. Para dar, en cambio, hay que tomar una determinación, o si no el proceso no se pone en marcha. La dificultad estriba en que muchos pretenden recibir antes que nada. Por ejemplo una pareja, el marido se queja de que su mujer no lo trata bien. La mujer dirá que eso se debe a que él no es nada cariñoso. De manera que cada uno espera que sea el otro quien dé el primer paso. ¿Qué clase de relación es esa? ¿Qué duración se le puede augurar? La clave de cualquier relación es que hay que dar primero, y seguir dando a continuación, sin detenerse a pedir. En cuanto un se dedica a tomar nota de la puntuación, se acaba la partida. Uno se queda diciendo: «Yo he dado, ahora me toca el turno de recibir», y no se da cuenta de que el juego ha terminado. Y puede irse a otra parte. Porque en esa partida no valen los tableros de puntos. Es preciso estar dispuesto a plantar la semilla y esperar su crecimiento.

¿Qué pasaría si se dirigiera usted al jardín y dijera: «Dame frutos, dame platas»? El jardín seguramente le contestaría: «perdone usted, señor mío, pero aquí no trabajamos así. Usted debe ser algo novato. No son esas las reglas del juego». Primero hay que plantar la semilla, hay que vigilarla, hay que regar y escardar, echar abono y dispersar otros muchos cuidados; y se hace bien, al cabo de algún tiempo recogerá sus frutos. En cuanto a lo de pedir, puede vociferar cuanto quiera que no por ello cambiarán las cosas. Es preciso dar, dar sin descanso y hasta que le suelo produzca sus frutos. En la vida pasa exactamente lo mismo.

Puede uno ganar mucho dinero y ser dueño de grandes fincas o de grandes empresas. Pero si lo hace sólo para sí mismo, no será un triunfador en realidad. No tendrá un verdadero poder. No poseerá la verdadera riqueza. El que alcanza «la cumbre» en solitario se queda sin nada que hacer, excepto quizás arrojarse de ella.


¿Sabe cuál es el mayor engaño del éxito? La creencia de que sea un pináculo a escalar, una cosa que se posee, un resultado que se alcanza de una vez por todas. Si quiere usted triunfar y conseguir todos los resultados que se ha propuesto, debe concebir el éxito como un proceso, un estilo de vida, un hábito mental, una estrategia permanente. Uno debe saber con qué cuenta y cuáles son los escollos del camino. Debe ser capaz de utilizar su poder de una manera responsable y considerada si quiere disfrutar de la verdadera riqueza y de la auténtica felicidad.









 
 
 

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